Hola soy Loreto, una estudiante de la residencia Anunciata que estas Pascuas ha decidido vivirlas de otra manera diferente. Acompañada de un grupo y de su Obispo pusimos rumbo a Santiago de Compostela, ¿cómo llegar?.
Siguiendo las flechas amarillas consigues llegar al final, a la meta.[su_spacer size=»10″]
Las flechas amarillas están guiándote a lo largo de todo el camino, especialmente cuando hay bifurcaciones, en las que podrías equivocarte y perderte. Por lo que siguiendo las flechas estas tranquilo, porque sabes que vas por la senda adecuada para llegar a tu destino.
El camino hacia Santiago es como tu vida misma, comienzas con un objetivo, llegar a tu meta. Para ello habrá días buenos en los que el tiempo te acompañe y te encuentres con ánimo y fuerzas de seguir, pero también habrá momentos en los que no sea así, que la senda sea más difícil, no tengas ganas de seguir aun así en todo momento estás tranquilo, porque al ver las flechas, las señales que Dios te ha dado, sabes que vas por el buen camino y, que tarde o temprano, si sigues sus consejos, llegarás a tu meta, pues Él siempre quiere lo mejor para nosotros y, quiere que alcancemos nuestro objetivo de vida.
En ocasiones, también en nuestra vida se nos plantean dos caminos a seguir, decisiones difíciles que tomar y, en muchas de esas situaciones decidimos no seguir las flechas, porque el camino sea más bonito, parezca más fácil o porque pensemos que llegaremos antes. En esos momentos, dejas de ver las señales y puedes perderte. Por ello, es importante no viajar sólo en la vida, cuando tienes familia y amigos que te acompañan muchas veces te aconsejan qué camino tomar y te sientes más seguro, aunque ellos también puedan equivocarse al igual que si vas solo, entonces es más difícil volver a reencontrar las señales y seguir por el camino correcto.
Sin embargo, en una de estas ocasiones en que no pudimos seguir las flechas, porque no había un punto de partida, yo estaba tranquila, pues el sacerdote que nos acompañó me informó de que la dirección que llevamos era la correcta y, así fue.
No hay que perder nunca la FE, aunque pienses que estás perdido, siempre hay una manera de volver a encontrar el camino, para que tu vida vuelva a tomar el rumbo correcto hacia la meta, con unas u otras personas, pero siempre con Dios.
Comparto esta reflexión del camino y os animo a llevarla a cabo. Os dará fuerzas en vuestro caminar diario y es una alternativa a nuestros momentos lúdicos y que al mismo tiempo nos acercan a Dios.
Loreto María Peco Campos.